jueves, 27 de abril de 2017

Abrazar Venezuela desde Chile - Christian Warnken

Abrazar Venezuela desde Chile

   
Las imágenes que nos llegan desde Caracas mostrando esas multitudinarias y heroicas manifestaciones del sufriente pueblo venezolano no debieran dejarnos indiferentes.

Venezuela fue un refugio cálido y generoso con muchos exiliados chilenos en tiempos difíciles. He escuchado el testimonio de algunos de ellos y todos coinciden en recordar el afecto y la solidaridad del pueblo venezolano con los chilenos de la diáspora de la dictadura. Entre ellos el poeta Gonzalo Rojas, que vivió en un departamento de la calle Turpial, en Caracas, que le da título a uno de sus poemas: "Turpial A 6-B". "Tengo de Venezuela los más bellos recuerdos. Nunca olvido que llegué allí desde una Alemania muy sombría (Alemania Oriental)... Fui acogido por mis grandes amigos. Viví feliz en Venezuela y trabajé mucho", recuerda el niño-viejo de Lebu del sur de Chile que volvió a florecer en ese pedazo del Caribe.

Hoy día nos toca a nosotros abrir los brazos a ese pueblo desbordante de energía, que está cruzando hoy su propio infierno, su noche oscura de la historia. No hay que olvidar que hasta este extremo sur del planeta llegó en el siglo XIX un venezolano ilustre, Andrés Bello, huyendo de una de esas turbulencias que cada cierto tiempo hunden a nuestra América Latina en el extravío. El trauma del caos político y social vivido por su generación despertó en él una "pasión por el orden" que de alguna manera heredamos de él y que nos dio décadas de estabilidad. A él le debemos todo: el Código Civil, la creación de la Universidad de Chile y las semillas de una cultura humanista, en un país que entonces era una aldea y en un cierto sentido un páramo.

Uno de nuestros padres de la patria es, entonces, un venezolano. A lo mejor muchos nuevos Andrés Bellos están llegando entre los miles de venezolanos que hoy se están domiciliando en Chile. Tenemos que conversar mucho con ellos (y con los cubanos, haitianos, colombianos), saber mirarnos en la diferencia y la complementariedad y enseñarnos unos a otros lo que nos falta.

Me alegro cuando escucho el acento venezolano en la calle o en el metro. El otro día degusté una "marquesa", la mítica torta de chocolate venezolana, en un café de venezolanos en Providencia. Cerré los ojos, y la "marquesa" fue mi "Madeleine" de un país que me gustaría conocer más, un país de dos rostros: uno violento, el otro muy dulce.

Los países no solo son países, sino también estados de ánimo y sensaciones. Sería interesante que los inmigrantes dijeran qué perciben y qué "degustan" de nosotros. Andrés Bello, en una carta escrita a un amigo, decía de Chile: "El país hasta ahora me gusta, aunque lo encuentro algo inferior a su reputación, sobre todo en cuanto a bellezas naturales. Echo de menos nuestra rica y pintoresca vegetación (...) y aún algo de la civilización intelectual de Caracas, en la época dichosa que precedió a la revolución. (...) En recompensa, se disfruta aquí de verdadera libertad, el país prospera (...) las gentes son agradables, el trato es fácil; se ven pocos sacerdotes..."

¿Nos habremos vuelto en estos últimos años inferiores a la reputación que teníamos en América Latina? ¿Seguimos siendo menos país que paisaje? ¿Somos más cultos o menos cultos que en el Chile del XIX, que fue el que conoció Bello? En cada venezolano que saludo veo a un bisnieto o bisnieta de Bello y me dan ganas de abrazarlos a todos. Cuando los abracemos, no olvidemos que nos estamos abrazando a nosotros mismos, pues una parte muy importante de nuestra identidad más profunda se la debemos a ese venezolano que traducía a Virgilio y Víctor Hugo y nos enseñó que "todas las verdades se tocan".

La verdad y el destino de Chile y Venezuela se tocan en alguna parte, nuestro exilio de ayer es el exilio de ellos hoy y la dictadura que los agobia es -aunque de distinto signo- como la dictadura que sufrimos ayer. Salgamos a la calle entonces a clamar por su libertad, como ellos clamaron con pasión por la nuestra.

domingo, 23 de abril de 2017

Dictadura de Maduro y ocaso de la izquierda - Roberto Ampuero

Dictadura de Maduro y ocaso de la izquierda
 
   
Curiosamente, nada expresa en forma tan profunda las irreconciliables diferencias que dividen hoy a la Nueva Mayoría como sus visiones respecto de la dictadura de Nicolás Maduro, que reprime brutalmente las masivas manifestaciones opositoras. El régimen no se detiene ni ante los muertos ni heridos, y el presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, llegó al extremo de revelar en cadena nacional las direcciones de los líderes opositores: "Aquí están, una serie de ciudadanos, marcaditos, dónde viven, dónde se mueven".

Ante estos métodos, la NM no expresa una repulsa conjunta. Están, por un lado, el Partido Comunista y sus aliados, que justifican al régimen chavista, que cumplió con éxito una misión imposible: destruir la economía del país con las mayores reservas petroleras del mundo. Está, por otra parte, una izquierda que elude el tema o se distancia en forma tibia de los "excesos", y, por último, están los políticos (entre los que destacan los parlamentarios Jorge Tarud, PPD, y Matías, Patricio e Ignacio Walker, así como la ex ministra Mariana Aylwin, DC), que condenan sin ambages toda dictadura y solidarizan con la oposición venezolana.

Estas contradicciones parecieran una cuita más del oficialismo, pero en verdad implican consecuencias inquietantes para Chile. La primera: las diferencias no se circunscriben en la NM a la defensa universal de los derechos humanos, sino que contagiaron otras áreas cruciales, como la visión de la libertad, la democracia representativa, el manejo de la economía, la búsqueda de consensos o de la polarización política, o los asuntos exteriores, y tienen un efecto pernicioso sobre la cultura democrática. Cuando políticos justifican hoy dictaduras en ejercicio, debilitan la cultura y sensibilidad democrática nacional, en especial de los jóvenes.

La segunda consecuencia resulta más comprometedora para el país: En el caso hipotético de triunfar la NM en las próximas elecciones, ¿hacia dónde nos conduciría con tantas contradicciones en su interior? ¿Cómo afectaría la estabilidad del país en un clima en que la ciudadanía desconfía de la clase política? ¿Cómo se articularían esas visiones de izquierda entre sí y con las que laten en la DC? ¿Y qué concesiones estaría dispuesta a ofrecer la NM, con vistas a una segunda vuelta, al Frente Amplio? ¿Y quién tendría el liderazgo necesario para dirigir a un conglomerado semejante?

Se dice que la política exterior no define las elecciones presidenciales en casi ningún país. Y es cierto. Pero como hoy los políticos no pueden ignorar el álgido panorama latinoamericano, tampoco pueden disimular ante él sus convicciones profundas. Quien respalda hoy a Maduro, a Raúl Castro o a Daniel Ortega, o piensa que la reciente elección en Ecuador pasa el test de blancura, no está expresando solo simpatías por gobernantes regionales (o asiáticos, en el caso de quienes admiran a Kim Jong-un), sino también su convicción de que esos regímenes representan un modelo nada descartable para Chile y una forma justa de tratar a los opositores.

Conducir entre 2018 y 2022 a una NM escindida, que necesitaría al menos ser tolerada por el Frente Amplio, exigiría del presidenciable de izquierda, Alejandro Guillier, un rumbo que aún no exhibe. Quedó demostrado en su reciente entrevista a "El País". Ahí calificó a la vieja guardia de la Concertación de "personajes que han copado la política chilena por 40 o 50 años", y a Ricardo Lagos, de pertenecer a una época ida, y atribuyó su caída en popularidad al "fuego amigo" y al "castigo" ciudadano por la débil gestión de Michelle Bachelet. Como si no bastase, cargó contra los gobiernos izquierdistas de la región: "no tuvieron un proyecto de desarrollo sustentable... sino que aprovecharon los buenos precios del superciclo de las commo dities y hubo más gasto público, pero sin transformar las estructuras sociales. Por lo tanto, quedaron endeudados, con altos compromisos, sin tener cómo financiarlos. Eso sí que tiene atisbos de populismo".

Al examinar sus declaraciones sobre la DC (a la que acusó de presionar con ir a primera vuelta para mejor negociar sus intereses); sus ataques a los remanentes de la Concertación; su crítica al impacto de la gestión de Bachelet sobre su campaña, y su veredicto sobre los gobiernos de izquierda en la región, uno se pregunta a quién apela Guillier y con qué fuerzas pretende llegar a La Moneda y gobernar. También se dispara a los pies cuando dice estar tan lejos del gobierno de Donald Trump como del de Maduro, en una asociación que, para un aspirante a la Presidencia, revela miopía para diferenciar las circunstancias que atraviesan ambos países.

La NM debe hablar con una sola voz cuando se trata de defender la libertad y la democracia representativa, y cuando hay que condenar dictaduras o regímenes autoritarios. La Presidenta no puede seguir eludiendo a valientes líderes opositoras de Cuba y Venezuela cuando vienen a Chile a solicitar apoyo para defender los derechos humanos y construir sociedades democráticas. Erróneamente, la izquierda cree que haberse opuesto hace 28 años a una dictadura, le otorga carta blanca para justificar hoy a dictaduras de izquierda. Si parte de la izquierda criolla se hunde abrazada a regímenes represivos, le llevará decenios construir una identidad democrática.

miércoles, 19 de abril de 2017

jueves, 13 de abril de 2017

Carta a Ricardo Lagos - Christian Warnken

Carta a Ricardo Lagos

   
Soy un ciudadano que, como la mayoría de los ciudadanos, más que protagonizar la historia política de Chile, la ha padecido. Si cierro los ojos, veo -como en un sueño- unas banderas ondeando entre la multitud, cuando era muy niño, el año 73: después el sonido de los aviones y helicópteros apagando ese fervor y trayendo el miedo. Y luego largos, interminables años grises marcados por el sonsonete monocorde y ramplón del dictador.

De pronto aparece usted, una noche, en televisión apuntándolo con un dedo, despertándonos a todos de un largo letargo y de la resignación. Otra vez el fervor, la épica, la calle, las banderas... y luego, la desilusión, la desconfianza, el desencanto. El país donde estamos ahora.

Cuando se derrumban la épica y la ética en política, uno se siente náufrago y también huérfano. Huérfano de utopías que se desmoronaron en cámara rápida o que se transformaron solo en retórica, en "palabras vacías". No es fácil perder la fe, pero lo más insoportable ha sido ir perdiendo la esperanza. Nos decíamos "de izquierda". Pero ¿qué queda en pie de esa izquierda que nos daba identidad y pertenencia? Muy poco o nada. El capital moral de la izquierda, en Latinoamérica, fue dilapidado por sus líderes que, una vez que llegaron al poder, no dudaron en enriquecerse con dineros mal habidos. Y si no se aferraron al dinero, algunos de ellos se aferraron al poder, eternizándose en sus cargos o heredándoselos a sus hermanos o esposas. Usted no buscó ni lo uno ni lo otro.

Al escuchar su discurso de despedida, en el que anunciaba su retiro de la carrera presidencial, me di cuenta de que ya no era el Lagos impetuoso que había abierto con un gesto el fin de la dictadura, sino un Lagos más sereno, más sobrio que cerraba la transición con una renuncia. Qué impecabilidad y qué sobriedad: solo 6 minutos para decir lo necesario. ¡Qué soledad la suya! Sentí que en algún punto su soledad se tocaba con la de nosotros, los ciudadanos huérfanos. No pude dejar de recordar la soledad de Allende en un palacio en llamas. Pero ahora no era un incendio, sino un derrumbe: el de la política. Y confieso que me emocionó verlo a usted de pie, sobre esas ruinas, dando una clase magistral de grandeza a toda esa legión de políticos menores, sus "compañeros", que lo humillaron innecesariamente en una votación cobarde y secreta.

Cuando usted señaló con el dedo al dictador, muchos de ellos corrieron detrás de usted aclamándolo y pidiéndole que fuera presidente y usted dijo "no es mi tiempo". Esos mismos ahora lo acusaron de "soberbia" porque ya no les servía y no marcaba en esas encuestas que ellos transformaron en sus nuevos credos, pues se quedaron sin ideales ni ideas. Ellos no soportan la grandeza. El partido de ellos es el partido del Resentimiento, partido al que usted nunca perteneció. Una izquierda solo movida por el resentimiento y aferrada al poder no es una izquierda por la que valga la pena dar la vida.

Sí, es verdad, usted no es un caudillo. Los caudillos han devastado Latinoamérica. Usted es un estadista, una rareza en los tiempos de la política-espectáculo o de la política-negocio. Me faltaba verlo en la derrota, que es donde se reconocen los grandes líderes. El círculo de esta larga historia se me cierra. Gracias a la lección que nos ha dado, ya no creo que haya que dar por muerta la esperanza. Pero mi esperanza no la deposito ahora en los grandes discursos, sino en los gestos como el suyo, al haber entrado y salido con dignidad de esta contienda, sin calculadora en el bolsillo.

Hoy abundan los discursos, y faltan coraje y dignidad. Y eso fue lo que usted nos regaló ese lunes de otoño. Sí, tal vez viene un largo invierno, pero la primavera comienza cuando un líder suelta y dice -como usted dijo-: "amigos, la vida continúa". Ya no fue necesario apuntar el dedo: solo bastó su mirada, por la que me sentí interpelado. No sé a qué, pero a algo nuevo, que todavía no comienza. Cuando se abran de verdad las grandes alamedas.

Hoy abundan los discursos, y faltan coraje y dignidad. Y eso fue lo que usted nos regaló ese lunes de otoño.

miércoles, 12 de abril de 2017

Sabios y Honorables - Ernesto Ottone - El Mercurio -

Sabios y honorables
"...Lagos entendía plenamente el peligro de este tiempo para Chile, la desconfianza generalizada en la política, una experiencia de gobierno de escaso respaldo, una coalición política en la cual los particularismos predominan por sobre un proyecto compartido, una derecha con bríos restauradores y un neopopulismo en vías de su propia constitución...".

   
Humana, demasiado humana es la naturaleza humana, también curiosa, extremadamente curiosa.

Ha bastado que Ricardo Lagos renunciara a su aspiración de ser elegido Presidente de la República para que a buena parte de quienes ayer criticaban su obra de gobierno hasta la caricatura, reduciéndola a sus errores y límites, y pasaran bajo religioso silencio sus muchos aciertos, les volviera a la memoria su capacidad de gobierno, su construcción republicana, su eficiencia para enfrentar la adversidad económica, y compungidos le abrieran la puerta de la historia y reclamaran su lugar en el panteón de los elegidos.

Pero no solo eso, ellos presentan certificados de cercanía y reclaman sus ideas, sus propuestas y su sabiduría para el futuro de la patria, siempre que ello se dé lejos del poder...

La gran literatura ha mostrado desde siempre estas conductas. Vienen a la memoria las palabras que Shakespeare pone en boca de Marco Antonio en su oración fúnebre frente al cadáver de Julio César ensangrentado: "Amigos, queridos amigos, que no sea yo quien os empuje al motín. Los que han cometido esta acción son hombres dignos. Desconozco qué secretos y agravios tenían para hacer lo que hicieron. Ellos son sabios y honorables y no dudo que os darán razones. No he venido, amigos, a excitar vuestras pasiones".

Pero, claro, comparar tales conductas sería absurdo, un delirio que no corresponde a las prácticas de la competencia democrática. Sean cuales sean las motivaciones de los actuales dirigentes políticos, tenían todo el derecho a tomar sus decisiones.

Lagos, por su parte, ha reaccionado conforme a su recorrido de vida, desde la convicción ciudadana y la serenidad republicana.

Señaló una vez más lo que ya sabíamos, que no era un caudillo ni se sentía portador de una iluminación mesiánica, que las propuestas que había presentado al país, por más que fueran de avanzada e innovadoras, solo le daban sentido a su candidatura si concitaban en torno a ellas el apoyo de su espacio político y a partir de ello se abrían paso en la voluntad ciudadana.

Ello no sucedió, y por lo tanto para alguien que cree en la democracia y que entiende la política como un servicio y un proyecto colectivo, no cabía más que renunciar.

Constituye una simplonería señalar que no "era su tiempo" o que la "sociedad ha cambiado" para explicar su insuceso.

Lagos sabía que al ponerse a disposición de los chilenos corría un fuerte riesgo que requería mucho coraje, y lo hizo porque entendía plenamente el peligro de este tiempo para Chile, la desconfianza generalizada en la política, una experiencia de gobierno de escaso respaldo, una coalición política en la cual los particularismos predominan por sobre un proyecto compartido, una derecha con bríos restauradores y un neopopulismo en vías de su propia constitución.

Que la sociedad ha cambiado lo sabía quizás más que nadie. Sus propuestas se centran en los nuevos fenómenos sociales y lo que hizo fue proponer un camino de progreso para el futuro, ajeno tanto a los puros automatismos del mercado como a los fundacionalismos polarizadores.

Son muchas y complejas las razones que, más allá de la crónica y sus avatares, explican lo sucedido, y eso habrá que descifrarlo a su debido tiempo.

Lo importante hoy es preservar ese espacio de pensamiento y acción que conjuga la libertad y la igualdad que Lagos representa y que hace de la reforma un camino gradual y bien delineado.

A ello sin dudas Lagos podrá aportar con su reflexión y su vocación de hombre de Estado, agregando en torno a ese método reformista nuevas voluntades de acción capaces de contribuir a evitar una centroizquierda a la deriva y un Chile pobremente dirigido que pueda retrotraernos a la fragmentación social y a la polarización que precede al estancamiento.

lunes, 10 de abril de 2017

De Cartas al Director - Productividad :Enfoque e Inversión

Productividad: Enfoque e inversión

   
Señor Director:

La pregunta sobre la productividad no es solo una pregunta del "cuánto y cómo producimos", sino más bien del "qué producimos".

Mientras sigamos exportando principalmente materias primas y productos de bajo valor agregado, podemos tener industria 4.0, robots trabajando 24/7 y jornadas laborales de 35, 40 o 45 horas semanales, pero nunca vamos a tener los índices de productividad -medida en US$ producidos/hora- de países desarrollados.

El gran salto en la productividad por hora se da como consecuencia natural a la inversión en ciencia, tecnología, innovación de impacto, educación, cultura y sociedad.

Thomas Schaub

Ingeniero civil mecánico

domingo, 9 de abril de 2017

Para ella la vida es bella - Joe Black - El Mercurio - 9-abril-2017

De la misma creadora de "Universidad gratis para todos", ahora presentamos su nuevo éxito... "Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!".

La propuesta es simple. En vez de trabajar 45 horas semanales, la idea es trabajar 40 horas semanales. La iniciativa es tan buena, que significa un aumento automático de sueldo para todos los trabajadores, porque la "hora hombre" (¿hay que decir "hora mujer" también?) pasará a ser más cara.

¿Quién podría negarse? (Salvo todos aquellos que contratan mano de obra, a los que les significará un aumento de costos del 10%; pero a la misma creadora de "Universidad gratis para todos" eso la tiene sin cuidado).

Es que así de buena es la filosofía de vida que nos ofrece Camila. Una vida sin problemas, sin necesidades, una existencia ideal para vivir; lo mejor.

En su vida soñada no hay urgencias, nadie tiene que gastar en nada, no hay jefes, los niños no tienen que hacer tareas en la casa, las deudas prescriben en 24 horas, cualquiera puede interrumpir un embarazo por cualquier motivo, no es necesario levantarse temprano, nadie tiene ideas de derecha, no hay curas, los empresarios pagan por todos nuestros gastos y, por lo tanto, los ricos han sido erradicados o extintos. Obviamente, no hay religiones, ni fábricas. El Estado lo domina todo, y si bien él planifica nuestras vidas, al menos tenemos que hacer muy poco y no estamos obligados a pagar por nada. Un mullido ocio infinito y gratuito domina la existencia. Las siestas son largas y lagrimeadas.

Es una vida bella. Como ella.

El único detalle aguafiestas es que esa vida no existe. Esto es igual que la película "La vida es bella". Todo lo que el protagonista contaba y prometía era falso; una simulación.

Aquí es lo mismo.

No nos lancemos arena a los ojos. Nada es gratis en la vida, y sin trabajo no hay progreso. El resto es falso, una simulación. Ya lo dijo el filósofo Beto Cuevas: "Sin dolor no te haces feliz".

¿Por qué, entonces, proponer algo que tanto ella como nosotros sabemos que es irreal? Puede ser ingenuidad. O confusión. O astucia. O frescura. No me atrevo a especular sobre eso.

Lo que sí tengo claro es que la polémica que ella creó con su proyecto "Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!", y que una cuarentena de diputados estuvo dispuesta a respaldar -por si se les pegaba el Espíritu Santo-, estará durante semanas en los medios de comunicación. Eso le permitirá a Camila ahorrar mucho dinero en su campaña a la reelección como diputada. Cada minuto de televisión y radio, cada centímetro en la prensa escrita, toda exposición en la web y las redes sociales valen plata. Más aún con un mensaje tan popular.

Es talentosa la diputada. Si el eslogan "Universidad gratis para todos" fue útil para conseguirse un buen cargo en el Poder Legislativo, el "Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!" podría ser suficiente para no perder esa pega.

Es que para ella, la vida es bella.

sábado, 8 de abril de 2017

Política Energética de Magallanes - El Mercurio (08-04-2017)

Plan regional a largo plazo:

Energías renovables serán la base de política energética de Magallanes
Se busca llegar al 30% de la generación vinculada a las energías limpias.

   
El objetivo es que en el año 2030, en la Región de Magallanes, el 30% de la generación de energía eléctrica esté ligada a energías renovables, como la eólica, y que paralelamente se haya avanzado en la diversificación de la matriz para reducir la dependencia del gas natural.

Estas son propuestas planteadas en la Política Energética para la Región de Magallanes y Antártica Chilena al 2050, que fue presentada ayer, en un acto realizado en Punta Arenas y que resume el trabajo de un año y medio que implicó participación ciudadana en toda la región.

El acto lo encabezó la subsecretaria de Energía, Jimena Jara, quien destacó que esta es la primera región del país en definir una agenda con política energética a largo plazo. Próximamente, lo será la Región de Aysén.

En este plan para Magallanes se establecen cuatro ejes estratégicos: uso eficiente de la energía, desarrollo diversificado de los recursos, acceso a energía segura y fortalecimiento regional.

"Acá hablamos de la diversificación de la matriz energética. Hay importantes ejemplos en la región, como es el parque eólico, cuya ampliación ya está aprobada. Allí tendremos otro poco de energía limpia inyectando al sistema, y así se espera avanzar en el desarrollo de los recursos propios de Magallanes", recalcó la subsecretaria.

Jorge Flies, intendente de Magallanes, resaltó que también están analizando la potencialidad de la energía mareomotriz (uso de las mareas del mar), por lo que próximamente se harán estudios en el Estrecho de Magallanes para su utilización.