sábado, 16 de septiembre de 2017

Bienvenidos los inmigrantes - Carlos Larraín P

Bienvenidos los inmigrantes

Oficialmente, hay 500 mil inmigrantes en Chile; pueden realmente ser 700 mil en una u otra condición. Postulo que debemos declararlos bienvenidos, mejorar la información, darles un estatuto bien definido, protegerlos de los abusos y castigar a aquellos que delinquen. Existe un buen proyecto de ley pendiente en el Congreso, pero el actual gobierno ha presentado uno nuevo sin que se entienda por qué, y esto conlleva un retraso inexplicable.

Razones para pensar seriamente sobre el fenómeno de la inmigración y hacerlo con inteligencia y generosidad:

a) Desde luego, la fuerza de la realidad: están muy presentes en Chile y desde hace ya tiempo;

b) Provienen de sociedades parecidas, por lo cual el conflicto cultural es virtualmente inexistente; la mayoría habla castellano, y mejor que nosotros; la gran mayoría es cristiana.

c) Los muchos miles ya activos entre nosotros deben trabajar en un 95% y no han tenido impacto discernible en el empleo;

d) Han venido a reemplazar a los niños que no nacieron en nuestro país debido a la planificación maltusiana impuesta por decenios, a veces por la fuerza o la extorsión, por el gobierno y sus agencias. La economía los necesita y por eso los ha absorbido sin mayor tensión. Porque son mayores, ya no vienen a gravar los sistemas educativos y de salud a los cuales contribuyen desde que consiguen un trabajo formal.

Chile, como un continuo histórico en desarrollo, se ha beneficiado siempre con la llegada de inmigrantes. En estricto rigor, todos lo somos, comenzando por los mapuches, que cruzaron la cordillera desde la pampa oriental, apenas 30 o 40 años antes de que llegara Almagro. A través de los años, extremeños, andaluces, castellanos, vascos, navarros, españoles sin apellido, irlandeses, alemanes, franceses e italianos, croatas, judíos (desde los inicios de la colonia), palestinos, sirios, libaneses, ingleses, chinos, y todavía se escapan algunos. En su tiempo propuse recibir a los vietnameses, los boat people , que huían de las bendiciones del comunismo. Se dijo que eran de otra raza y nos perdimos un influjo que habría sido sin duda benéfico. Ahora es el turno de los habitantes de América y del Caribe.

Hay además razones de oportunidad que son importantes. Muchos de los recién llegados huyen de regímenes incompetentes o abusadores, casi todos de inspiración socialista. Un mal pensamiento: esta desidia para abordar un tema de tanta importancia no vaya a ser la mejor manera de que los inmigrantes se sientan mal recibidos, sin un estatuto claro aplicado con dinamismo y de buena fe. Es comprensible que muchas de estas personas puedan resentirse y, a pesar de "votar" a favor de Chile y la posibilidad de vivir mejor que nuestro país ofrece, empiecen a intoxicarse y sumarse al lote de los refractarios que hoy llevan tanto predicamento. Casos recientes de esfuerzos muy logrados de intoxicación metódicamente procurada hay muchos. Todos conocemos la "geometría variable" que usa la izquierda para despegar, volar y aterrizar. Ayer, ejecutores de los traslados de grupos étnicos o de su eliminación; hoy, contrarios a la inmigración, mañana apasionados defensores de aún otro grupo de víctimas y explotados.

Cuando los seguidores de Honecker (Erich y Margot están sepultados en Chile) coinciden con el New York Times, Planned Parenthood y el gobierno de Bachelet en que más vale no nacer que ser libres y creadores, hay que alarmarse. Un bofetón de realidad puede despertar al Chile pasteurizado por las peores ideologías de los sesenta: socialismo y liberalismo asociados por un individualismo de ocasión. Bienvenida la gente que quiera trabajar, y que esté dispuesta a integrarse respetando las leyes. Así se agranda nuestro país.

Creo que Confucio y Lao Tsé usaban barbas, lo que viene a ser el único rasgo común con ellos, ya que algunos de sus consejos eran del tipo que se lee indistintamente de atrás para adelante o viceversa con el mismo provecho. Los del sabio local que esto escribe son más específicos y por lo mismo solo para consumo interno.